miércoles, junio 08, 2005

… La magia del Sur

Éste es el slogan de una fábrica de lácteos aquí en Chile, y es porque las grandes lecheras de encuentran en el sur del país. Sin embargo, no hay nada más cierto que esta frase, ya lo intuía pero en Chiloé lo pude comprobar con mis propios ojos.
Esta vez fuimos a un par de bosques nuevos, un poco más fáciles de llegar aunque los granizos, el viento y la lluvia constante sobre nosotros no nos facilitaron demasiado la tarea. Uno de los bosques que visitamos había sido víctima hace unos años de tala para sacar leña, pero al parecer se les olvidó recoger los troncos que cortaron y ahora estaban enraizados completamente, cubiertos de enredaderas, lianas y musgo. Fue una visión increíble, un bosque muy oscuro en pleno día, donde la lluvia y el poco sol que de vez en cuando aparecía pasaban con dificultad por las copas de los árboles. Un verde oscuro, húmedo y brillante…
Nuestro trabajo era marcar con placas metálicas numeradas, a cada árbol que estuviera dentro de una parcela de 20x50 metros que delimitamos, anotar su posición, condición y especie. Estuvimos dos días trabajando, generalmente a más de un metro del suelo, pues eran tantos los troncos caídos y sobre los que crecían otros cinco que no nos quedó más que creernos Tarzán.
La Ceci hizo varias veces el comentario “qué increíble, rama que cae echa raíces en seguida. Con razón nacieron todas esas leyendas, mira nada más la de formas extrañas que toman esos árboles, y las cuevas que se forman bajo ellos…” Sin embargo, yo estaba demasiado ocupada mirando figuras perfectamente humanas tras los troncos, o duendes casi cien por ciento distinguibles bajo un canelo, como para comentar algo más. Fue realmente impresionante, me encontré muchas veces intentando descifrar qué era eso frente a mí que se parecía tanto a un ser humano sin serlo, mirándome cómo anotaba los datos que me iban dictando. Temo decir que no supe la respuesta a esa pregunta.

Para qué decir cómo quedaron nuestros pantalones, si cada dos minutos pisábamos un tronco podrido y caíamos al suelo antes de decir AY!, o nos sujetábamos a una rama que se deshacía en nuestras manos antes de poder sujetarnos de otra, con el mismo resultado. Aquí les dejo un personaje que quizás tuvimos bastante cerca... :D como verán es otro maravilloso cuadro de Marcela Donoso.


(Haz click en la imagen para conocer la leyenda)
PD: sí, por andar viendo cosas anoté más de algún dato algo dudoso. Pero paciencia, please, que en total marcamos más de 800 árboles!
PD2: esta vez no me salvé de las sanguijuelas. Estas salvajes me dejaron picadas que no tienen para cuándo desaparecer...