miércoles, junio 15, 2005

Érase una vez...

Érase una vez que había cierta persona (que no quiero nombrar para no dañar su imagen), tan parásita de la vida que ya era tiempo de que hiciera algo por los demás. Un día, se le apareció Pepe grillo (sí, el mismo de Pinocho) en persona –o en grillo- y le dejó muy en claro que ya era hora de ser útil, mirándola con cara de velocirraptor pues estaba hasta las antenas de que no lo escuchara.
-Pero con el poco tiempo que me queda no alcanzo a llegar a ningún lado! ¿cómo me voy a comprometer en alguna actividad si después no alcanzo a llegar?- le respondió esta persona.

Pasó que Pepe grillo se aburrió, tomó su bastón y se fue en busca del hada de Peter Pan.

-Óyeme Campanita, necesito urgentemente que me hagas un favor – Campanita lo miró por encima del hombro, muy molesta por tamaña intromisión mientras estaba en su hora de descanso. Pepe se dio cuenta que había metido la pata hasta el fondo y esperó bastante lejos, hasta que el hada terminó de arreglarse y estuvo dispuesta a hablar con él.
- Muy bien, Pepe grillo, trataré de hacer algo al respecto. Los niños perdidos me ayudarán, pues el muy infantil de Peter le sigue buscando el odio al capitán Garfio, y no lo hemos visto en días.

Entonces una mañana, mientras esta persona estaba en un lugar de reunión social denominado “centro de alumnos”, vio un cartel que le llamó poderosamente la atención:



Y no necesitó verle la cara a Pepe grillo, pues sabía que eso -contar cuentos- sí lo podía hacer (con un poco de ayuda, claro), y lo mejor es que le quedaría muy cerca de su casa.

Ahora esta persona sólo espera a que la llamen para avisarle los horarios. No le digan, pero todo hace sospechar que Peter quiere estar presente; sólo que primero quiere dejar bien zanjado el asunto de Garfio y sus piratas…


Y colorín colorado, este cuento recién ha comenzado.