martes, julio 12, 2005

Estudio, luego…¿existo?

Resulta que ahora, por no tener ramos inscritos este semestre, no soy más que un fantasma que cada día merodea por la universidad.
Fui a hablar con la coordinadora para ver cómo es que me van a inscribir la práctica, y resulta que mi ficha académica se ha esfumado y no pueden hacer nada hasta que aparezca. Y yo digo: ¿no tienen nuestros datos en ese ultramoderno sistema de redes computacionales con las que cuenta la universidad? Parece que no, porque la secretaria me pide que trate de reunir la mayor cantidad de información sobre mí… como si yo fuera la que más me conozco. Ahora no me queda más que esperar a que mi ficha aparezca y poder sentirme nuevamente en el mundo real. Mientras tanto, ¿alguien sabe algo de mí que yo no sepa? Ya ven, en estos casos todo sirve.
Y es que eso de la existencia da para mucho. Ayer mi mamá recibió la llamada de un parque cementerio, para ofrecerle “un lugar de descanso para cuando deje de existir”. Qué espanto, mirar una sepultura y saber que algún día uno estará ahí, justo, justito ahí. Por suerte ya no existiremos para darnos cuenta. El beneficio es para los parientes, que sabrán dónde está uno, que lo espantoso para ellos sería no saberlo, me imagino.

A ver si mañana existo, de otra forma comenzaré a buscar en qué entretenerme… podría empezar desconectando los computadores, que a fin de cuentas re-poco uso les dan.