jueves, agosto 04, 2005

Convaleciente

Mi perrita Ruffy fue operada ayer. Tenía un tumor mamario más grande que una naranja, la pobre, y finalmente ayer pudimos darle el “vamos” a la operación. El veterinario me asustó muchísimo la noche anterior al pedirle la hora por teléfono: “es que si el tumor es demasiado grande puede no ser operable…” y blablabla, total que me dejó con un ataque al cólon toda la noche. Finalmente ayer por la mañana la llevamos, el show como siempre por los gatos que se pasean en la consulta, y con el sedante inyectado y todo apenas pudimos evitar que los agarrara. Luego el doctor dijo:
- Normalmente luego de inyectar el sedante los dueños se van y luego yo le aplico la anestesia general, pero como ella es especial, ustedes se quedan cuidándola, la subimos a la mesa de operaciones y la dejamos con la anestesia.

Jaja, es que ya la conoce, es ESPECIAL, la linda. La pobre es tan regalona (ningún vecino lo creería!) que se desespera si nos ve desaparecer, sobre todo estando en la consulta, que se pone tan nerviosa…

El doctor dijo que salió todo bien, más rápido de lo presupuestado y a descansar a la casa. El problema era cómo traerla de vuelta, si no podía caminar (por la anestesia y por los 20cm de cicatriz en su guatita), si nadie quiere prestar su auto para subir un perro (¡me dio una rabia por no tener auto, ay!). Finalmente cerca de la casa encontramos a un caballero tan amoroso que por una muy módica suma de dinero nos llevó en su camioneta a buscar a la enfermita y traerla a la casa. El caballero la acariciaba, trataba de tranquilizarla e incluso la llevó en brazos (unos… 40 kilos en perro?) hasta el rinconcito donde está haciendo su reposo. Un amor de persona.

Ahora está mejor, ha caminado un poco y nos lame casi tan efusivamente como antes:D, pero su carita de pena-dolor derrumbaría a cualquiera.

¿Cómo se puede querer tanto a un animal? Da lo mismo… cómo no quererlos!!!