A la hoguera!
Una vez, aún en el colegio, el profesor de castellano (ahora “Lenguaje”) nos contó cierta anécdota: a uno de los cursos le había pedido leer el libro Demian de Herman Hesse, y le extrañó que la mamá de una de las alumnas se enojara tanto con la elección del libro.
“Es que el profesor de castellano quiere que las niñitas lean Demian, y todo el mundo sabe que ese personaje es satánico” – le alegó la señora a la directora.
De seguro la señora esa había quedado marcada con la película La Profecía, pero de ahí a decir tal disparate sin saber siquiera algo del libro… pensé que no lo volvería a escuchar.
Por suerte se han levantado las legiones de amantes-del-uso-indiscriminado-de-la-imaginación y han salido en defensa de la literatura infantil. Y entre ellos se incluye un colega obispo de monseñor.
Cuando un periodista finalmente le preguntó si había leído el libro, monseñor le contestó:
- No, no he tenido la ocasión y ahora debería hacerlo. Por lo menos uno de los libros, para ver la tendencia, porque hasta ahora me he guiado por lo que dicen las revistas y los diarios.
PLOP!
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